En general salimos temprano, con el primer tren. La salida se encuentra en el Puerto de Saint-Ignace, en la localidad de Sara, uno de los pueblos más bonitos de Francia, donde nos gusta rematar el día con una buena piperrada.
Todos vamos bien equipados: nos gusta descender a pie y hay que tener en cuenta que el tiempo cambia bruscamente aquí, porque ante todo es una (pequeña) montaña. Recuerdo muchos paseos por aquí que han acabado envueltos por la niebla en cuestión de minutos...
En temporada alta es mejor reservar por Internet con antelación para no quedarte sin sitio y llegar temprano para poder aparcar
Se tarda 2 horas y media en subir andando, mientras que en tren solo tardas 35 minutos. Los vagones abiertos –coches antiguos perfectamente restaurados– y los comentarios permiten disfrutar plenamente de los paisajes típicos del País Vasco francés, tan verdes y redondeados.
Observamos los pottokas, poneys criados en semi-libertad (¡a los que incluso puedes acariciar!) y el majestuoso vuelo de las rapaces. Y después disfrutamos de las vistas, que poco a poco se van ampliando, una pequeña muestra de lo que nos espera en la cima. ¡Pero para ello es importante que haga sol!
Las vistas desde arriba son extraordinarias: 360° sobre las colinas del piamonte vasco salpicadas con casas de entramados de madera de colores, las cimas de los Pirineos, la costa vasca y la bahía de San Juan de Luz. También se divisa la larga cinta clara que forman las kilométricas playas de las Landas.
Para poder identificar todas las vistas hay una mesa de orientación en realidad aumentada, una herramienta indispensable para aquellos que como yo adoran los mapas y ubicarse. ¡Es sobrecogedor! ¡Una especie de pequeño techo del mundo!
Y después, una vez arriba hay muchas rutas para pasear, en especial con aplicaciones para los amantes de la tecnología: búsqueda de personajes de la mitología vasca con el juego «Tras la pista de las leyendas» y un itinerario turístico comentado a través de códigos QR.
Un pícnic con estas vistas es un momento inolvidable, aunque también puedes sentarte a disfrutar en una de las terrazas de las «ventas», las famosas tiendas de la frontera española. Y llega el momento de regresar, caminando si le apetece a todo el mundo o, por supuesto, volviendo a tomar el tren.
He visto que ahora hay sesiones de yoga en la cima y fiestas con la puesta de sol. ¡Estoy deseando volver para disfrutar de nuevo de este maravilloso entorno!
Explorador, senderista, geógrafo curioso y respetuoso con la naturaleza, Sofiane disfruta descubriendo nuevos paisajes, mientras respira el aire de la campiña. Su plan ideal para las vacaciones: senderismo, bicicleta, piragua, crucero fluvial, o simplemente descansar... ¡Adiós a los atascos, bienvenida naturaleza! Para una estancia bajo el signo del turismo «sostenible».