Paisaje amazónico en las gargantas de Kakuetta.
En medio de una vegetación exuberante, el sendero nos depara mil y una sorpresas: pasarelas colgantes, grutas y cascadas. Recomiendo sobre todo esta excursión en Sainte-Engrâce para cambiar de aires totalmente. Es muy fácil de hacer, incluso con niños (unas dos horas).
Un instante suspendido en la pasarela de Holzarté
En la localidad de Larrau, podréis atravesar el puente colgante de Holzarté a 150 metros de altura. Nadie tiene vértigo en mi familia, aun así… la sensación es alucinante.
Ascenso ineludible: la Rhune.
Toda una institución en el País Vasco francés, para repetir una y otra vez a lo largo del año. A 905 metros de altitud, las vistas al océano son extraordinarias. Hay varias rutas, incluso se puede subir (o bajar) en tren.
Descanso en Sainte-Barbe para contemplar la bahía de San Juan de Luz.
San Juan de Luz es una ciudad vasca por la que siento un gran apego, porque es donde vivían mis abuelos. En el paseo de la costa, hay que detenerse en la colina de Sainte-Barbe, donde nos espera una capilla y unas vistas excepcionales para disfrutar de un auténtico momento de paz.
Tarde de pesca con mosca en Ustaritz.
En el País Vasco francés corren varios ríos con un agua muy apetecible. No solo para bañarse, sino también para la pesca con mosca, que es una actividad particularmente lúdica y divertida. Si queréis iniciaros, os recomiendo probar con Glenn Delporte de Made in River.
Una noche en la cima del Mondarrain.
Una ruta de senderismo muy fácil de hacer con apenas una docena de kilómetros y unas vistas a 360°. ¿Un buen plan? Pasar la noche en tienda de campaña como nosotros en la cima. La panorámica es única, tanto al atardecer como al amanecer.
Un fin de semana en Sare, uno de los pueblos más bonitos de Francia.
¡Hay tantas cosas que hacer en este pueblo! Nosotros visitamos una granja de cerdos vascos de Kintoa y el parque de animales Etxola, además de darnos un paseo montados en un pottok (raza de poni vasco) y explorar las grutas de Sare.
Para saber más: