Anglet, la generosa
¡Bienvenido a la capital del surf del País Vasco! Con su decena de spots diseminados a lo largo de sus 4,5 km de costa, Anglet tiene con qué satisfacer a los deportistas con sed de olas tónicas. Numerosas escuelas, competiciones, tiendas y actividades de surf en el horizonte, con las olas como telón de fondo. El lugar ideal para perfeccionarse o simplemente aprender. Fue en la playa de la Barre donde se organizaron los primeros campeonatos del mundo de surf en 1968. Referencia mundial, la playa de Cavaliers, con sus impresionantes olas en forma de tubo, es una de las más apreciadas para las gestas deportivas.
Biarritz, la elegante
Frente a las elegantes mansiones y a la Roca de la Virgen, el océano se enrolla y desenrolla hasta el infinito, como una invitación al desafío deportivo y a la belleza salvaje de la naturaleza. ¡Difícil resistirse a la llamada de las olas! Junto a la la Grande Plage (la gran playa) que tiene un ambiente más urbano, se encuentra la playa de la Côte des Basques. Rodeada de acantilados y célebre en el mundo entero, ofrece un entorno elegante y glamuroso, con la mansión Belza que parece en equilibrio sobre un acantilado. Considerada la cuna del surf en Francia, se anima con las competiciones de surf y se prolonga con la pequeña playa más tranquila de Marbella.
Hendaya, la playa más larga
Con 3 km de largo, la playa más extensa del País Vasco se encuentra en Hendaya. Es aquí donde la campeona del mundo de surf Pauline Ado se inició en este deporte. Ideal para aprender a practicar esta actividad, es frecuentada por las escuelas y sus jóvenes alumnos. Está protegida por una bahía y se descubre bañándose o durante un paseo por el sendero del litoral. La oportunidad de apreciar un entorno natural magnífico con sus dos rocas gemelas.
San Juan de Luz, la más protegida
En San Juan de Luz el ambiente se vuelve más familiar y tranquilo. Protegida por la bahía, la playa del centro está resguardada del viento. En la costa vasca es uno de los mejores lugares para bañarse y practicar el paddle o la piragua hawaiana, con los ojos fijos en el azul del océano. Es la calma antes de la tempestad, ya que más al sur, tras el puerto de Ciboure, en otoño se forma una ola no muy frecuente pero impresionante, la Belhara. Claro está, solo los profesionales se atreven con ella. El mejor lugar para saborear la magia de este espectáculo otoñal del País Vasco son los acantilados de la cornisa.
Guéthary, la preservada
El pequeño puerto de Guéthary atrae a los amantes de la tranquilidad y de los espacios preservados. Situada en una pequeña bahía y protegida por el Conservatorio del Litoral, la playa de Cenitz es accesible únicamente a pie. A marea baja, ofrece unas pequeñas piscinas naturales en las que bañarse y admirar la belleza de los paisajes de la costa vasca. A marea alta, se transforma en spot de surf, con olas de buen tamaño y dificultad variada. Para admirar las proezas de los surfistas experimentados, hay que dirigirse al spot de Parlementia.
Bidart, espíritu de pueblo
Alzándose sobre un acantilado, Bidart mira las olas desde arriba pero sin mostrarse altiva. Ha sabido conservar un ambiente pintoresco y un espíritu de pueblo que tanto aprecian los vascos. Aquí saben como relajarse en la terraza de un café, contemplando a los surfistas jugar con los caprichos del océano o reponerse tras realizar una sesión de figuras en el agua. Situada en medio de un entorno salvaje y rodeada de vegetación, la playa seduce a los amantes de la naturaleza y de la tranquilidad.
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