Iniciar el itinerario en Aulnay
Aulnay de Saintonge, situado a unos 40 kilómetros de Niort y de Saintes, es un magnífico punto de salida. La iglesia de Saint-Pierre, edificada en el siglo XII, es una de las iglesias románicas más hermosas de Francia. Desde hace poco, el lugar se complementa con un sendero de interpretación en el que destaca un antiguo campamento militar romano. Tras esta primera parada, ponemos rumbo a Saint-Jean-d’Angély. El camino está marcado con los hitos blancos con la concha del peregrino, símbolo del Camino de Santiago.
Dulce euforia
Enseguida, la naturaleza se adueña del paisaje. Ante la visión del camino blanco rodeado de campos de alfalfa, el peregrino se siente invadido por una dulce euforia. El tráfico de la carretera departamental no es audible. En estos caminos, nos encontramos con pocos coches. Tras unas ligeras pendientes ascendentes y descendentes, llegamos al pueblo de Paillé. Su iglesia de Saint-Georges, construida también en el siglo XII, es bastante menos impresionante que su vecina de Aulnay, pero podemos apreciar algunos elementos de escultura románica.
Los habitantes del pueblo aprecian la visita de los peregrinos. De hecho, uno de ellos ha dedicado una parte de su jardín a los caminantes. Una fuente de agua está a disposición de aquellos que desean retomar fuerzas e hidratarse. Un panel «camino, agua» se ha colocado sobre la tapia de esta casa hospitalaria.
Paillé queda pronto olvidado, una vez retomamos los caminos blancos que serpentean en medio de los campos. A la izquierda, el parque eólico de Saint-Pierre-de-Juillers, a la derecha, un alto silo nos recuerda que atravesamos una zona en la que crecen los cereales. En el horizonte, entrevemos el valle del Boutonne y sus álamos de alargada silueta. Enseguida adivinamos los contornos del pueblo de Les Eglises d’Argenteuil.
Los secretos de una fuente
A la izquierda de la carretera, una arboleda y un banco nos esperan. A dos metros, otra sorpresa: un abrevadero de una sorprendente profundidad y una fuente. Este misterioso lugar es conocido por los caminantes y ofrece una agradable parada. Nos encontramos a medio camino entre Aulnay y Saint-Jean-d’Angély.
Unos metros más y llegaremos a Les Eglises d’Argenteuil. Este pueblo-carretera, atravesado por la carretera departamental 950, merece una visita por su iglesia de Saint-Vivien parcialmente destruida, de la que apenas quedan algunos detalles destacados como estos capiteles esculpidos en el pórtico. Esta iglesia, rodeada de viviendas, ofrece algunas fotos sorprendentes.
Superada la carretera departamental, ponemos ahora rumbo a Vervant. En esta parte del viaje, el paisaje cambia un poco. Los campos de colza ceden espacio progresivamente a las alamedas. Un castillo hará las delicias de los amantes de la historia. El peregrino podrá echar un vistazo a la antigua cooperativa lechera, la sala de fiestas art déco o a un museo de aperos agrícolas.
Tras Vervant, la carretera continúa siendo poco transitada. Un pequeño puente, una curva, y llegamos a Poursay-Garnaud. Una antigua estación de bombeo, de principios del siglo XX, entusiasmará a los amantes de la arquitectura modesta.
Unos minutos después, atravesamos varios encantadores puentes por encima del brazo del Boutonne. Courcelles está a la vista. Y su primera visión fascina. Un lavadero y un aliviadero atraen las miradas. La presencia de numerosos sauces llorones llama también nuestra atención. Desde aquí, gracias al kayak club angérien, el peregrino puede llegar hasta Saint-Jean-d’Angély en piragua.
Las torres, el símbolo
A continuación, atravesamos el pueblo de Courcelles. Esta parte, con pocas aceras, no es muy agradable, pero es corta. A la salida del pueblo, recobramos la quietud de los álamos. Unos metros más allá, la presencia de un macizo edificado desentona. Se trata de la fábrica de harina Méchain que propone una de las mejores harinas de la región.
El ruido de los coches se aproxima. Normal, llegamos a Saint-Jean-d’Angély. Afortunadamente, el Camino de Santiago evita los grandes ejes y nos adentramos en el pueblo de la manera más dulce posible. La mirada del caminante se embelesa ante la presencia de numerosos molinos de viento, pero también de dos sorprendentes torres. Son los símbolos de Saint-Jean-d’Angély y anuncian el final del trayecto entre Aulnay y Saint-Jean-d’Angély. La Abbaye royale (abadía real) habría albergado la cabeza de San Juan Bautista.
Al menos se necesitan 6 horas caminando para completar los 23 kilómetros.
Para más información sobre este tramo: www.association-le-bourdon-17.mozello.fr
Y los lugares de la UNESCO en Nouvelle-Aquitaine