En el puerto deportivo, rodeado de cabañas de colores, un curioso pirata espera a los excursionistas delante del puesto de madera de color chocolate de «La Marcelle».
Desde 1996, «La Marcelle» lleva a pequeños y grandes a hacer un tour alrededor del Fuerte Boyard y a descubrir la Isla de Aix. A bordo os espera René Brassens, el sonriente propietario: es el skipper del velero y fue sub-campeón de Francia de vela ligera en solitario en 1975.
La segunda vida de «la marcelle»
Fabricado en 1935, «La Marcelle» es un antiguo bote salvavidas del primer «Queen Elizabeth». Esta balandra noruega de 13 metros de largo tiene un total de diez velas y navega a una media de seis nudos, 11 km/h. Para mantenerse en forma necesita dos meses de mantenimiento al año.
¡Todos a una!
Hay que ganarse el viaje en «La Marcelle». En función de la época, el embarque y la salida se realizan o bien en el puerto de Boyardville o bien en la playa. En este último caso, hay que ir hasta el bosque de Saumonards, donde puedes aparcar tu vehículo, y atravesar la playa mojándote los pies hasta el barco semi-rígido de René, a unos cincuenta metros de la arena. A un centenar de metros de allí, flotando en el agua, «La Marcelle» espera pacientemente a los piratas por un día.
«¿Quién quiere izar las velas? ¿Quién quiere timonear?» La respuesta no tarda en llegar y se levantan las manos. ¡Y así empieza una excursión de 1 h 15 en dirección al Fuerte Boyard!
Con los pies desnudos en el puente de teca y los cabellos al viento... Es una auténtica bocanada de aire marino de una hora o de una jornada para los navegantes en ciernes. Durante el viaje, René encadena una anécdota tras otra mientras los más jóvenes, equipados con un sombrero pirata, descienden a la cabina a la búsqueda de un tesoro.
Boyardville, el faro negro y blanco de Chassiron, el Chateau-d'Oléron, el campanario de Marennes, la desembocadura del Charente... René apunta con el dedo, explica, describe y narra.
¡Fuerte Boyard a la vista!
Ya estamos... nos acercamos al Fuerte Boyard. Cuando pequeños y grandes comienzan a tararear la canción del conocido concurso televisivo, René aprovecha para contar la historia de esta fortificación de 68 metros de largo, 32 metros de ancho y 20 metros de alto cuya construcción comenzó en 1804. «Vauban creía que era imposible de construir por los bancos de arena en los que debía descansar. Pero eso no impidió a Napoleón lanzarse a hacer realidad este proyecto. Hubo que interrumpir las obras en 1809 a causa de la Batalla de la Isla de Aix. Terminaron finalmente en 1859.»
Después continua en dirección a la Isla de Aix, donde se realizará una escala para algunos mientras que para otros será la ocasión de hacer algunas fotos desde el barco. También se puede aprender algo más sobre esta pequeña isla de tres kilómetros, considerada paraje natural singular, en la que hay que desplazarse a pie o en bicicleta.
La hora de volver a Oléron ha llegado para los pasajeros que se han quedado a bordo. Y lo mismo ocurre con la hora del kir y los cacahuetes. La excursión empieza a parecerse a un aperitivo entre amigos. En la parte delantera del barco hay una red suspendida por encima del agua que hace las delicias de los niños más intrépidos. Incluso los adultos se acercan y se tumban para hacerse una foto de recuerdo original.
¡Gracias, René! ¡Y gracias, Marcelle!
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