Mis abuelos descubrieron la Isla de Aix al mismo tiempo que las vacaciones pagadas, en la década de 1930. Siguieron viniendo toda su vida, y fue fácil compartir su amor por este lugar tan especial.
Para mí, es el lugar donde aprendí a andar en bici, con ruedines, en 1957. Después, mi marido y yo compramos aquí una casa y venimos siempre que podemos, varias veces al año, con la familia o amigos.
Una belleza aparte
Es una isla con un encanto especial, está formada por un núcleo urbano fortificado por Vauban y una parte salvaje, bosque, playas... Su ecosistema es muy frágil, y la región está librando una dura batalla contra el cambio climático, que amenaza su existencia.
La isla es, ante todo, un bastión militar, no una isla de pescadores como podríamos presuponer. En su origen, defendía la embocadura del Charente. Más tarde, cuando ya no pudo encargarse de esta defensa ella sola construyeron Fort Boyard, una de las principales atracciones de la región.
Aquí no hay coches que salgan de los ferries. El transporte más típico es la bicicleta... o tus piernas. Cuando nos decidimos a pasear de verdad, recorrer la isla no lleva más de dos horas. Las bicicletas son perfectas para explorar las cerca de 100 hectáreas de la isla y observar los climas cambiantes, que ofrecen paisajes que dejan sin aliento.
El último ferry sale del puerto a las 17h llevando consigo a todos los excursionistas. Es el mejor momento para disfrutar de la playa.
La memoria de Napoleón
La isla es también famosa por ser la última residncia de Napoleónantes de su exilio en Santa Elena en 1815. Aquí, es imposible olvidar al Emperador. Un museo le rinde homenaje, así como numerosas calles y plazas de la localidad. Y por una buena razón: fue un descendiente del general Gourgaud, un importante dignatario del Imperio francés, quien redescubrió la isla a principios del siglo pasado. Se había casado con Eva Gebhart, la mujer estadounidense que inició la "Sociedad de Amigos de la Isla de Aix", todavía muy activa en la isla.
Recuerdo que una vez cuando era niña vi al barón Gourgaud saliendo del agua. Su mayordomo bajó corriendo para llevarle una sombrilla. Una imagen que ha quedado grabada en mi memoria, a pesar de que las playas de la isla han cambiado mucho desde entonces.
Solo hay tres o cuatro familias originarias de la isla, así que nunca hables mal de nadie: ¡hay muchas posibilidades de que quien te escucha sea su primo!
Lugares de interés
• El museo Napoleón, para los amantes de la historia: Rue Napoléon
• E museo africano por su impresionante colección de máscaras: Rue Napoléon
• Les Paillottes para una cena con vistas, Chemin de Bois Joly
• Le Pressoir para cenar con los pies en la arena, Chemin de Bois Joly
• L’Aixois para almorzar lejos del bullicio, Chemin de Bois Joly