En este bonito día de verano, decido llevar a mis hijos y nietos, que han venido de París para pasar aquí una semana, al Limousine Park. Una vez lista la cesta de pícnic, ponemos rumbo a Limoges, continuamos algunos kilómetros por la A20 hacia Toulouse, hasta la salida 38.
Al comprar las entradas en la tienda, ¡sorpresa!: los niños (que tienen 8 y 4 años) reciben un juego de pistas. Se trata de encontrar a «Limou», el pequeño ternero perdido en el parque.
El recorrido se inicia con un vídeo sobre el oficio de criador de ganado bovino que gusta más a los adultos que a los más pequeños. Por su parte, ellos prefieren correr hacia la vaca de colores que muestra las diferentes partes comestibles. Nosotros continuamos con una exposición donde la protagonista es «Hathor», la bonita «pelirroja» que frecuenta los prados de los alrededores, representada sobre un tapiz de Aubusson, una pieza de porcelana de Limoges o incluso... en un guiso «pot-au-feu» tradicional.
A la salida, un animador nos espera para presentarnos este sitio tan particular por sus paisajes, su arquitectura firmada por Jean Nouvel, su centro de investigación sobre la genómica, su centro de selección y preservación de la raza (Herdbook) y su restaurante panorámico con las especialidades de Anne Allassane.
La impaciencia se impone: partimos a la búsqueda de pistas y, de paso, introducimos nuestras cabezas en algunas siluetas para sacarnos unas fotos de recuerdo. Antes de perdernos en el laberinto, hacemos un descanso. El fresco merendero está perfectamente acondicionado para disfrutar de una agradable pausa: gran mesa de madera, máquinas expendedoras de refrescos, aseos. Un grupo de niños escuchan atentos a la animadora que les enseña a hacer animales de arcilla y que luego regalarán orgullosos a sus queridas mamás.
Tras esta pausa bien merecida, seguimos la visita en la mini-granja. La animadora presenta los animales (cerdos de la raza Limusín de culo negro, pollos, cabras enanas, etc.) y los niños pueden entrar en los recintos para acariciarlos. Se desata la euforia entre los más pequeños, un momento de felicidad para niños y animales que los adultos inmortalizan con sus cámaras.
En el camino de regreso, nos cruzamos con la mascota de Lanaud, que nos saluda para gran deleite de los más pequeños. Por último, terminamos nuestra búsqueda de Limou ante una puerta cerrada. ¡Qué suspense! ¿Acaso tenemos la contraseña correcta para entrar y saber si lo hemos encontrado?
La inquietud se apodera de todos y los niños se pelean por introducir el código en el teclado.
Menos mal, hemos ganado. Regresamos a la tienda para informar de que hemos encontrado a Limou.
Los niños están encantados de anunciar la buena noticia. Como premio, reciben la enhorabuena y un diploma personalizado. Muy representativa de las artes y oficios de la región de Limusín, la tienda seduce a toda la familia. Cada uno elige un recuerdo: un juego de salero y pimentero «made in Limoges» en forma de bovinos estilizados para mamá, un peluche «prima de Limou» para el más pequeño y cervezas locales para papá.
¿Sabías que...? Para seguir mejorando la raza, el centro de Lanaud selecciona a 700 terneros cada año para convertirlos, tras someterlos a numerosas pruebas, en los mejores sementales de la raza.
Plan ideal para los adultos:
Como siempre habías soñado con convertirte en vaquero, pon rumbo al salvaje oeste con el «bull riding», una sesión de iniciación a un rodeo. O ven a poner a prueba tu fuerza en las catapultas de boñigas: ¡un planazo!
Sugerencias: el mejor momento para una visita: por la mañana nada más abrir para aprovechar el frescor matinal y a menudo disfrutar de los paisajes envueltos en nubes de bruma cálida que se van elevando con la llegada del sol. ¡Los aficionados a la fotografía sabrán por qué lo digo!
Madeleine es una abuela consentidora. ¿Su objetivo? Encontrar destinos de vacaciones que gusten a todos, grandes y pequeños... ¡y compartirlos contigo, por supuesto!