Justo al atravesar la puerta de la primera sala, la inmersión es inmediata. Los aromas de canela especiada y frutos del bosque se combinan con un arcoíris de luces que cambian sucesivamente de rosa a azul, púrpura y, después, ocre. Todo esto sobre un fondo de agua fluyendo. La tranquilidad está garantizada.
Más adelante, una cueva de sal con las paredes totalmente cubiertas de cristales invita relajarse. Tendido en una tumbona ergonómica, con un respaldo mullido y cálido, inhalas a pleno pulmón esta brisa salada que acaricia el rostro.
Lago mar Muerto
Lo más destacado de la visita es el lago. Se parece al mar Muerto donde te sumerges en una situación de flotación total, con el cuerpo relajado y los brazos en cruz, ingrávido. Poco profunda y poco amplia, la piscina es reconfortante, redonda como un huevo. El agua termal, saturada con trescientos gramos de sal por litro, es diez veces más salada que el mar y nos lleva a la superficie. A este sentimiento se añade el reflejo de los movimientos del agua en el techo, ondulantes y con tonos siempre diferentes. Porque la iluminación aquí también tiene su efecto.
Este recorrido finaliza con una ducha dinámica en agua dulce, antes de entrar en la última sala de la visita, denominada "Soleil Bleu" (sol azul) por su oscuridad y su cielo estrellado. Último lugar de tranquilidad y relajación antes de volver a la vida real, nos calmamos, al menos para el final del día.
Esta inteligente combinación de haloterapia, aromaterapia y litoterapia relaja y revitaliza. Se dice que una hora en Escale Sensorielle equivale a un fin de semana completo junto al mar.
La cultura de la sal de Salies-de-Béarn
Esta es la historia de las salinas y la ciudad construida en torno a la fuente de Bayaa, ya explotada en la Edad de Bronce. En 1587 se firmó el Livre Noir (Libro Negro) en el que se regía toda la organización de la fuente salada: a las familias presentes durante la firma se les otorga el derecho a la sal, que aún hoy se transmite por el ius soli y el ius sanguinis (el derecho de suelo y de sangre). Esta corporación de "Parts Prenants" (partes interesadas) compartía el agua de la fuente, que evaporaban para recuperar el "oro blanco" y comercializar productos derivados de la sal. Esto ocurrió hasta que el Estado puso fin a estos privilegios en 1840 e impuso una producción concentrada en las fábricas. Así, se creó la primera salina de Salies y se abrieron las primeras termas.
Hoy en día, todavía se recoge sal. El oro blanco se extrae de la fuente Reine Jeanne d’Oraas, situada a 8 km de Salies. Una bomba sumergida en un pozo recupera el agua subterránea cargada de sal con más de 300 g/l, diez veces más salada que la del mar. La sal se recoge y se seca de forma natural antes de envasarse para la venta.