Périgord, primer departamento de Francia (1) en navegación de ocio, cuenta con cinco ríos navegables: el Dordoña, el Vézère, el Dronne, el Auvézère y el Isle.
Cada uno tiene sus propias características, paisajes, historia y patrimonio, pero todos ellos forman parte de la misma cuenca hidrográfica, inscrita en el «Programa sobre el Hombre y la Biosfera» de la UNESCO.
La práctica del piragüismo de ocio está abierta a todos a partir de los 5 años de edad. Los alquileres proporcionan todo el material: embarcación, remos o pagayas, chaleco salvavidas (¡obligatorio!) y bidón estanco. También puedes embarcar a tu perro, la nevera para hacer un pícnic en la orilla o en una isla y un poco de valor para aprovechar la corriente, menos activa durante la temporada estival.
El Isle, de río arriba a río abajo
A diferencia del concurrido río Dordoña, el Isle ofrece una tranquilidad que resulta muy atractiva a mucha gente. Este río, que los remeros respetan a lo largo de todo el descenso, atraviesa Périgord Blanco de lado a lado, franqueando las puertas del departamento al norte de Jumilhac-le-Grand y abandonándolo pasado Moulin-Neuf, en la frontera con Gironda. No se puede navegar entre estos dos puntos, pero la travesía que sí se puede realizar, entre Corgnac y Montpon-Ménestérol (en varias etapas), ofrece un bonito descenso hasta el corazón del valle.
El Isle, reservado río arriba para los buscadores de oro, se amansa en cuanto se aproxima a las mesetas calizas del "causse" trufero. Sombrío e incluso un poco misterioso cuando atraviesa los vergeles y los noguerales de Coulaures y divertido cuando se anima con los pequeños rápidos en la zona de Savignac-les-Eglises, el río se ensancha y se sosiega considerablemente cuando se aproxima a las cúpulas de la Catedral de Saint-Front. Périgueux nos cuenta en sus orillas la historia del transporte fluvial comercial y la de los gabarreros de antaño.
Según proseguimos el viaje, el civilizado paisaje, bordeado por el Château des Izards y la vía verde, deja paso poco a poco a un trayecto en el que se alternan patrimonio y naturaleza. Van sucediéndose a lo largo del río los islotes y las playas de Annesse-et-Beaulieu, así como los castillos de Le Puy en Saint-Astier, de Beauséjour en Saint-Léon, de Neuvic, de Mauriac y de Douzillac.
Un descenso lúdico
Además de una fauna y flora notables y muy diversas (los amantes de la naturaleza no dejarán de contar especies), los equipamientos fluviales (realizados o no por el hombre) marcan de un modo agradable el recorrido. Canales, molinos, pequeñas presas con pasos que los niños llaman «toboganes para barcos», paradas náuticas, puentes e incluso «islas desiertas» confieren al descenso una faceta muy lúdica.
Después de pasar por Mussidan y entre el macizo forestal de la Double y el Landés, pero antes de Montpon, hay que cruzar una esclusa a la altura del molino de Duellas, en Saint-Martial-d’Artenset... ¡a veces acompañado por la gabarra del lugar! Impresionante...
(1) codo con codo con Ardèche
Hay varios lugares para alquilar repartidos a lo largo del descenso. Infórmate en las oficinas de turismo de las ciudades y pueblos situados en las orillas del río.